Las procesiones no tienen porqué ser religiosas. El término es laico y habría que recuperarlo para todos los ciudadanos. Los ritos son importantes y los que celebren al ser humano deberían serlo tanto como los que celebran a algún dios. Sin embargo, “la procesión o manifestación laica”, que la Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores (Amal), entre otras, se proponía organizar este Jueves, está prohibida (de momento) y no me extraña.
De todo ha habido sobre esta convocatoria: cartel falso anunciando las cofradías de “la Virgen del Mismísimo Coño” o la “Hermandad de la Santa Pedofilia”, supuesta invitación del evento al artista anticlerical Leo Bassi y referencias a iglesias quemadas y a propósitos de “hacer daño” en un programa de radio.
Lejos queda todo esto de aquella otra iniciativa de Amal: una campaña publicitaria para autobuses que paseó pacíficamente el lema “Probablemente Dios no existe” por Madrid, incluyendo la puerta del Arzobispado.
En esta ocasión, Amal no ha conseguido hacerse escuchar por el ruido de los incendiarios que se le han adosado. Luis Vega, su presidente, asegura que nada tienen que ver con lo mencionado y que expulsó a “Ateos en lucha”, antes de que su portavoz provocara, con sus declaraciones en un programa de radio, la querella contra todos los que estuvieron presentes, incluido el locutor, acusados hasta de genocidio. Y es que la izquierda, como es más libre, es más creativa y destructiva saliéndose del tiesto y la derecha, más gregaria, tiende a utilizar más y mejor -para ellos- los juzgados.