miércoles, 23 de febrero de 2011

LA PREGUNTADORA- La revolución civil se propaga


El 13 de febrero un millón de mujeres salieron a la calle en 230 ciudades de Italia y en otras 50 de todo el mundo para reclamar dignidad y respeto para las féminas, la dimisión de Silvio Berlusconi y para mostrar su hartazgo de su modelo político y cultural de estirpe machista y patriarcal. Las protestas tenían un origen civil y no estuvieron encabezadas por ningún partido político o sindicato. En esas marchas había mujeres de toda condición, acompañadas por hombres de lo mismo, que demostraban que las reivindicaciones femeninas empiezan a ser cosa de hombres y mujeres juntos. No llevaban ninguna bandera, ni recordaban a el arquetipo de la feminista que alberga el inconsciente colectivo: esa gritona marimacho que defiende la supremacía de la hembra y que, en el fondo, lo que reclama es venganza. Aquellas señoras hasta se autoacusaron con pancartas que decían: “Bastaba con no haberle votado”. Algunas en sus declaraciones, también señalaron a las que “creen lícita cualquier ignominia para trepar, incluso entregar a sus vírgenes al dragón”. Ellas hicieron que las feministas de verdad (según el diccionario, las que defienden la igualdad de derechos) nos sintiéramos orgullosas. Protagonizaron un episodio más de la pandemia de protestas civiles pacíficas que se está propagando por todo el globo y que amenaza esperanzadoramente con cambiarlo a mejor.  Ojalá no encuentren la vacuna para esta nueva epidemia de sensatez ciudadana porque seguro que hay un montón de poderosos dispuestos a pagar por ella el precio que sea para mantener sus status quos. 

lunes, 14 de febrero de 2011

LA PREGUNTADORA- La bombilla desinventada

 Un documental, emitido por TVE y todavía accesible en su web (“Comprar, tirar, comprar”), descubre la bombilla encendida más longeva del mundo. En un parque de bomberos yanqui la tienen enfocada con una webcam, día y noche, para probar su récord, para no perderse el momento en el que se funda y, también, para que ningún fabricante de bombillas atente contra ella impunemente. Y es que su luz simboliza mucho más que una idea que aparece. Su brillo perenne y este buen trabajo periodístico demuestran que las primeras bombillas duraban más de un siglo y que sus fabricantes se encargaron de sustituirlas por otras que no llegaran al lustro. Y hay quien defiende que así es el mercado... Pues bien, yo creo que esta bombilla vintage demuestra que lo que vale para el ciudadano de a pie no vale para los grandes empresarios. La gente normal sabe que la ley más básica de convivencia es no hacer daño a propósito al prójimo para poder exigir lo mismo y para no acabar castigado. Y si el mercado necesita crecer constantemente, los seres humanos también. Sólo que los segundos se ven obligados a no dañar al resto para buscarse la vida, mientras el mercado puede hacer lo que le de la gana. El mal común debería ser un límite infranqueable y, sin embargo, parece el coño de la Bernarda. Esta bombilla encendida para mí simboliza todos los inventos desinventados para desdicha del planeta y para provecho de unos pocos. Esta bombilla, las gripes con letra o las invasiones rentables sin consecuencias para los culpables demuestran que al sistema no va. Nada de esto es nuevo pero cada vez lo sabemos más.

lunes, 7 de febrero de 2011

LA PREGUNTADORA - Sueño católico


De repente, en 2011, la Iglesia más poderosa -que tenía hasta Estado propio y banca- empezó a ser la más justa prohibiendo que se prohibiera a ninguna mujer participar en las cofradías de la Semana Santa andaluza. Así terminó con una desigualdad entre géneros flagrante, mantenida durante siglos, por motivos arcaicos e insostenibles. Fue el principio del fin. Aquel espontáneo pequeño ataque de igualdad generó la chispa que encendió la mecha que cambió para siempre a una de las instituciones más machistas y, por lo tanto, discriminatorias del globo.  Desde entonces, poco a poco, permitió que las monjas llegaran a las altas esferas del Vaticano, sin llamarles  sacerdotas –porque siguieron r que r con lo de “cada cosa por su nombre”-,  pero permitiéndoles el acceso al, hasta entonces, poder eclesiástico exclusivamente masculino porque, al fin y al cabo, hasta Dios era testigo de que se lo habían ganado por muchas razones como, por ejemplo, llevar mucho mejor que ellos el celibato… Tantos casos de pederastia masculina sacerdotal, acabaron por hacer más fiables a los ojos de los feligreses e incluso a los del Papa, a las féminas con hábito. Ellas fueron insuflando en las velas del catolicismo el lado femenino que sumado al masculino, nos hace más perfectos. En menos de un siglo, la Iglesia aceptó la santidad del sexo y los anticonceptivos porque dejó de ser tan avariciosa en su pastoreo. Su tolerancia, ya sin límites, la colocó en lo más alto del pódium de las religiones sin necesidad de cruzada. Ser consecuente con su máxima (todos somos iguales) la hizo verdadera.